lunes, 1 de marzo de 2021

Batallitas roleras II - El paladín a la taza.

 

Estimados damas y caballeros.

Hoy les voy a relatar una anécdota de cuando empecé a jugar al rol. Les reemito a la otra batallita, en la que comenté que empecé a jugar al rol con D&D 3.5 gracias a una amiga de la universidad que me invitó a su grupo. Le pedí a un amigo mío que viniera conmigo, pues era en otra ciudad y hace poco que me había sacado el carnet, así que me sentía más seguro. También he de decir que yo era bastante tímido, por lo que le usé como escudo social... En fin, que me lío, vamos al grano. El máster nos hizo dos PJ: yo era un guerrero humano y mi amigo era un paladín semielfo, aquí es donde empieza:

¡El paladín a la taza!




Nuestros aventureros caminaban de una ciudad a otra, y en el curso de su viaje, un grupo de bandidos medianos les atacaron. Habíamos tenido una pequeña dosis de interpretación y ahora nos tocaba el tutorial del combate. La batalla fue bastante épica y conseguimos capturar a dos de los bandidos. Tras el mítico interrogatorio, nuestro paladín decidió que era buena idea llevarlos ante la justifica. Este amigo mío imaginó a su personaje como alguien puro, justo y muy, muy ingenuo, así que todo lo que hacía siempre era por el bien, incluso si las consecuencias eran nefastas.

"Eh, pero es que mi personaje es así."

¿Cuántas partidas habrá reventado esa frase, eh?

Llevarlos prisioneros y alimentarlos (pues nuestro paladín no iba a permitir un trato injusto a los presos) retrasó nuestro viaje y mermó nuestras provisiones. Aquí nuestro máster empezó a torcer el morro, quizás nos estábamos saliendo mucho del guion o estábamos echando por tierra la partida que nos esperaba. Aún así, conseguimos llegar a nuestro destino. Antes de buscar una posada donde alojarnos y seguir con la aventura, decidimos ir a reponer  suministros al mercado, donde casualmente había unos vendedores de esclavos.

Al ver nuestros presos, nos hicieron una oferta por ellos. El paladín se negó, no porque fueran esclavistas, ojo, sino porque no aceptaba un sueldo. Los esclavistas le dijeron:

"¿Y un donativo a su causa?"

Contra todo pronóstico, el paladín aceptó. Todos alucinábamos (yo me reí incluso) porque era muy evidente por la descripción del puesto, las condiciones de los esclavos y la forma en la que analizaron a aquellos medianos (les miraron hasta los dientes) de que eran gentuza de la peor calaña, pero el paladín aceptó. El máster, empezando a estar molesto por la hipocresía de nuestro caballero de la justicia le hizo saber que los tipos tenían una pinta verdaderamente siniestra. Y el paladín contestó:

"Esta noble gente, que ayuda a pobres desamparados a encontrar un trabajo, un hogar cálido y me han ofrecido un donativo, ¿se merecen que los juzguemos así por su aspecto?

La mesa entera empezó a llorar de la risa. El máster le pidió entonces que hiciera una tirada de inteligencia para ver si se daba cuenta del engaño...

¡y salió una pifia!


Oh, cruel destino, cuan caprichoso a veces sois en vuestros designios...

Puedo jurar que alguien se atragantó de la risa en este momento. Al máster no le quedó más remedio que claudicar, asumir que el personaje era así de tonto y darle unas piezas de plata como donativo. La partida continuó, pero hubo más "discrepancias" de este estilo (a veces cómicas, otras no tanto) a lo largo de la campaña.

Lo que yo recuerdo como una anécdota divertida en realidad fue una batalla de egos entre el máster y el jugador. Somos humanos y cometemos errores, pero hay que recordar que el rol es algo colectivo. Si tu PJ está causando problemas, echa el freno y mira como puedes encauzar tu interpretación. Si tu narración es demasiado rígida, corres el riesgo de que alguien decida trolearte. A veces es mejor dejar que los dramitas de los personajes fluyan y darles ese momento de relax, ya les conducirás de nuevo a la trama después.

Como siempre, espero sus comentarios y opiniones.

Suyo afectísimo,

Adam Graves.

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